Tejiendo un futuro



El proyecto Tejiendo un futuro, fue llevado a cabo por el Museo de América de Madrid, dentro del Plan Museos + Sociales, programa desarrollado por la Secretaría de Estado de Cultura y que en 2018 celebró su tercera edición. Se llevó a cabo en diferentes ediciones con un grupo de internas del centro penitenciario de mujeres Madrid I (Alcalá de Henares), en su mayoría de origen latinoamericano, con el objetivo de profundizar en el conocimiento de la tradición textil a través de las colecciones del Museo de América, ofreciéndoles herramientas y estrategias que fueran de utilidad en su vida cotidiana y colaboren en su proceso de integración. Pero también, y no menos importante, ayudándoles a expresas sus inquietudes. De esta manera los museos se convierten no solo en espacios de aprendizaje y observación sino de transformación social, que llegan así, a colectivos que no suelen visitarlos y se les ofrece herramientas para su posterior reintegración en el mercado laboral. 

Según Ainhoa de Luque, una de las coordinadoras del proyecto, la idea era trabajar con mujeres con triple discriminación: presas, mujeres y latinoamericanas. Pero además de estos tres tipos de discriminación que menciona Luque, el proyecto atraviesa otro tipo de discriminación: la aporafobia. Mujeres que han sufrido las consecuencias de la falta de recursos, que a su vez les ha llevado, de alguna manera, a la exclusión social y de ahí a cometer algún tipo de delito por lo que están privadas de su libertad. "Las mujeres están prisión fundamentalmente por delitos de tráfico de drogas y un porcentaje más pequeño por robos. Están asociados a la pobreza", detalla la socióloga Anna Ballesteros. "Casi el 30% de las mujeres que hay en prisión son extranjeras que traen droga y las cogen en el aeropuerto". 


En un primer momento iba a ser un taller de tejidos, pero al hablar con Instituciones Penitenciarias se dieron cuenta de que no podía ser porque se utilizaban tijeras, agujas... Así, se convirtió en un taller de teñido con tintes naturales como nueces, cúrcuma o té. De esta manera se les daba herramientas que pudieran servir para trabajar en un mundo laboral diferente, a la vez que conocen otras tradiciones y derriban prejuicios. El proyecto constaba de varios talleres y visitas al Museo de América para conocer la tradición textil de las diferentes culturas mesoamericanas (técnicas, motivos...). Además de los talleres se organizaron diferentes seminarios como: "Mujeres latinoamericanas en la Historia” y “Dime cómo te vistes y te diré de dónde eres”, o el taller “Colores de nuestra tierra”. Todo ello desembocó en la exposición "Tejiendo un futuro" que se llevó a cabo en el Museo de América entre marzo abril de 2017 y en el que se mostraban algunos de las piezas realizadas por el grupo de internas participantes en el taller de tintes naturales y constituía el resumen de estos meses de colaboración. Un periodo de aprendizaje mutuo y con gran impacto en la vida de estas mujeres privadas de libertad, para sentirse motivadas, útiles y con una mejora de su autoestima, tal y que aparece reflejado en el video documental proyectado en la exposición.

Los puntos fuertes de este proyecto es que se centra en un colectivo concreto y que se trabajaba en el largo plazo. Esto último es fundamental para que un proyecto pueda tener un impacto real y sostenido en el tiempo. Multitud de museos o proyectos realizan actividades esporádicas a colectivos concretos que no logran tener un impacto, por eso es imprescindible el largo plazo y la sostenibilidad en el tiempo. Además, el proyecto evoluciona con las propias necesidades que se van detectando y el desarrollo del mismo. Es imprescindible para este tipo de proyectos la capacidad de adaptación y estar muy pendiente de la propia evolución del proyecto. Otro punto fuerte del proyecto es que no incide tanto en la cantidad de las mujeres (no encuentro los datos de cuántas se han visto beneficiadas por este programa), sino en la calidad de esas relaciones y el impacto que ha tenido sobre el grupo (o grupos) de internas que se han visto beneficiadas. 

En cuanto a las debilidades; probablemente la falta de recursos hacen que no se pueda llevar a cabo en otras ediciones. Es decir, lo mismo que es una fortaleza puede convertirse en una debilidad. Si este museo ha logrado una transformación tal en este colectivo, debería convertirse en un programa fijo del Museo y adaptarse en cada edición a nuevas realidades, necesidades, etc. Por otro lado, otra debilidad, ligada a la anterior, es que el museo no sea capaz de canalizar los resultados de esa experiencia de manera sostenida. Desconozco si existe una evaluación de impacto o una memoria de proyecto. Creo que todo este tipo de proyectos debe evaluarse, así como generar un archivo documental del proyecto (más allá del vídeo) que sirva para trabajar en este o futuros proyectos. La experiencia de enriquecimiento, no solo es para estas mujeres, sino para la institución, y debería verse reflejado en otras cosas (no solo en una exposición puntual). Por ejemplo, que sean las presas las que puedan dar los consiguientes talleres o actividades relacionados con los tejidos a público del museo. De esta manera, el museo se convertiría en la institución que da esa primera oportunidad laboral a las ex presas y así se cerraría el círculo.

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